sábado, 26 de junio de 2010

7 El Diezmo es del Señor

“El diezmo de todo producto del campo, ya sea grano de los sembrados o fruto de los árboles, pertenece al Señor, pues le está consagrado.” (Levítico 27:30).

El diezmo consiste en devolver a Dios la décima parte de todo lo que nos da para nuestra subsistencia. Considerarlo un pago o una ofrenda es suponer que esa porción nos pertenecía. Sin embargo, Dios nos la entregó solamente para probar nuestra honestidad, al devolverla. En Malaquías 3:8, Dios denuncia a quienes no entregan los diezmos, diciendo que le están robando.

A mí me gusta verlo de esta manera: cuando necesito 9 pesos, Dios me provee de 10 pesos. Siempre me da más de lo que necesito. De modo que después de devolver el diezmo, todavía tengo suficiente para cubrir mis necesidades.

Además, el devolver el diezmo es un acto de reconocimiento de que Dios es quien provee para todas nuestras necesidades y por lo tanto, un acto de adoración a él.

El diezmo consiste en la décima parte: uno de cada diez. No es la décima parte de todo lo que se tiene, sino de la ganancia que se tuvo. Además es lo primero que se aparta.

En ocasiones, un israelita quería usar parte de los frutos o semillas que fueron separadas para el diezmo, para sembrar. En este caso, podía entregar en dinero el valor de dicho fruto, según era calculado por el sacerdote. El versículo 31 dice: “Si alguien desea rescatar algo de su diezmo, deberá añadir a su valor una quinta parte.” No se puede cambiar así nada más. Hay una “multa” por cambiar el producto que es diezmo.

“En cuanto al diezmo del ganado mayor y menor, uno de cada diez animales contados será consagrado al Señor” (Levítico 27:32).

Para calcular el diezmo de los animales, al final del año, los israelitas contaban el ganado nacido durante el último año. Ponían una vara, y por debajo pasaban los animalitos. Entonces, contaban uno, dos, tres, cuatro… nueve y al pasar el décimo, lo marcaban como diezmo. De nuevo, uno, dos, tres, cuatro… nueve, y el décimo es marcado como diezmo. Y así sucesivamente.

En las ciudades modernas ya no tenemos una economía agrícola con ganancias anuales, como en tiempos bíblicos. Ahora nuestra economía se basa en el intercambio de billetes y monedas o depósitos en el banco. Y las ganancias se obtienen cada semana, quincena o mes. Entonces, cada semana, quincena o mes, debemos apartar el diezmo para entregarlo a Dios.

Una forma sencilla para calcular el diezmo es escribiendo la cantidad que se ha ganado y luego se tapa con el dedo el último número antes del punto decimal. Por ejemplo, si la ganancia es de 1,234.00, se tapa el cuatro y nos quedan 123. Ese es el diezmo, 123.00. Ahora, si se le dificulta conseguir los 23.00, pues el cajero automático le entrega billetes de 50, pues entregue los 150. No se preocupe, no va a empobrecer por los pocos pesos que entrega de más, en cambio, recibirá mayor bendición por cuanto ha puesto a Dios en primer lugar.

Si su ganancia es de 25,348.84, tape los 8.84 y le quedan 2,534.00, ese es el diezmo. Recuerde que si se le dificulta entregar los 2,534.00 puede entregar 2,535.00 ó 2,550.00 que resulta más fácil de conseguir en el cajero automático del banco.

Las personas que tienen un negocio de compra-venta, calculan su diezmo sobre la ganancia, no sobre el total de las ventas, pues en el precio de venta, se incluye el precio de compra. Así, si se vende 1,000.00, pero el costo de la mercancía es de 600.00, el diezmo se calcula sobre los 400.00 de la utilidad, no sobre los 1,000.00 de la venta. También se pueden descontar los gastos propios del negocio (el costo de la venta).

¿Para qué se usa el diezmo?

“A los levitas les doy como herencia, y en pago por su servicio en la Tienda de reunión, todos los diezmos de Israel.” (Números 18:21).

En el pasado, los israelitas traían su diezmo hasta el santuario y allí lo entregaban a los sacerdotes y levitas. Los sacerdotes y levitas se dedicaban a servir en el santuario. No tenían tierras, ni otro trabajo. Estaban dedicados al servicio de Dios. Así pues, Dios les dio a ellos los diezmos de Israel como pago por su servicio.
Después de que Cristo murió, cesaron los servicios en el santuario. De hecho, el templo fue destruido en el año 70 DC y los israelitas fueron dispersados. Desde entonces no hay templo, ni levitas.

¿Para qué se usan los diezmos en la época del nuevo testamento? El apóstol Pablo responde: “¿No saben que los que sirven en el templo reciben su alimento del templo, y que los que atienden el altar participan de lo que se ofrece en el altar? Así también el Señor ha ordenado que quienes predican el evangelio vivan de este ministerio” (1 Corintios 9:13,14).

Ahora es usado para sostener a los Ministros que predican el Evangelio de tiempo completo. “Dios no ha cambiado; el diezmo todavía ha de usarse para el sostén del ministerio.” (CSMC 108)

“Dios ha dado instrucciones especiales concernientes al empleo del diezmo… La porción que Dios se ha reservado no debe usarse para ningún otro propósito fuera del que él ha especificado” (CSMC 106).

¿Para qué NO se usa el diezmo?

No es para gastos de emergencia. “Que nadie se sienta libre para retener los diezmos con el fin de usarlos según su propio juicio. No debe emplearse en caso de emergencia, ni como parezca conveniente, aun en cosas que conciernan a la obra de Dios.” (CSMC 106)

El ministro, por precepto y ejemplo, debe enseñar a la gente a considerar el diezmo como algo sagrado. Este no debe pensar que puede retenerlo y usarlo según su criterio personal, porque es un ministro. No le pertenece. No está en libertad de dedicarlo para sí mismo sea lo que fuere que piense que se le debe. No debe respaldar con su influencia ningún plan para apartar de su uso legítimo los diezmos y las ofrendas de Dios.” (CSMC 106)

No es para ayudar a los pobres. “El diezmo ha sido puesto aparte con un propósito especial. No debe considerarse como un fondo para pobres.” (CSMC 108)

No es para los gastos de la iglesia. “Se me mostró que es un error emplear el diezmo para satisfacer los gastos ocasionales de la iglesia... Pero estáis robando a Dios cada vez que ponéis vuestras manos en la tesorería y extraéis fondos para satisfacer los gastos corrientes de la iglesia.” (CSMC 108)

No es para las escuelas, ni para pagar a los colportores. “Algunos piensan que el diezmo puede aplicarse a las escuelas. Otros suponen que los colportores deberían ser sostenidos con el diezmo, pero se comete un grave error cuando el diezmo se aparta del objetivo para el que ha sido destinado: el sostén de los ministros...” (CSMC 107)

Pero sí se puede usar para pagar a los capellanes de nuestras escuelas. “Ha sido dada clara luz en cuanto a que aquellos que ministran en nuestras escuelas enseñando la Palabra de Dios, explicando las Escrituras, educando a los alumnos en las cosas de Dios, deben ser sostenidos con el diezmo.” (CSMC 108)

Así, pues, cuando entregamos el diezmo de nuestras ganancias, obedecemos a Dios y le ponemos en primer lugar. Este es un acto de obediencia que nos revela de quién dependemos. A quién adoramos.

En vista de que el diezmo sólo puede ser usado para sostener el ministerio, ¿con qué se pagan los gastos ordinarios de la iglesia, tales como la electricidad, el aseo, las reparaciones y materiales? ¿Y para ayudar a los pobres? Estos gastos son pagados con las ofrendas voluntarias.

Resumen del diezmo

·         Décima parte
·         Si se desea cambiar, se añadirá 1/5 (20%)
·         Sólo se usa para sostén del ministerio

sábado, 5 de junio de 2010

6 Las pruebas de la mayordomía - Lado a Lado

Lado a Lado: un modelo de las pruebas de la mayordomía

En las publicaciones anteriores estudiamos tres casos de las pruebas de la mayordomía. De estos casos, puede derivé un modelo, al que he denominado “Lado a Lado”, pues se puede observar que siempre hay dos elementos involucrados, puestos lado a lado.

Adán y Eva
Para la prueba de Adán y Eva, Dios plantó dos árboles en el centro del jardín: el árbol de la vida y el árbol del conocimiento del bien y del mal.


Aunque el árbol del conocimiento del bien y del mal les estaba prohibido, al árbol de la vida ellos tenían libre acceso y podían disfrutar de su fruto. El primero era la prueba, sin lugar a dudas, pero ¿has pensado en qué representa el árbol de la vida? “Para que todo el que crea en él tenga vida eterna” (S. Juan 3:15). “Ciertamente les aseguro que el que cree tiene vida eterna” (S. Juan 6:47). “Y ésta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien tú has enviado” (S. Juan 17:3).

Lado a Lado
Adán y Eva
Árbol del conocimiento
del bien y del mal
Árbol de la vida
Prueba
Jesús
û Obediencia
ü Fe

Una primera conclusión que se obtiene al observar el modelo es que, al lado de la prueba está el Señor Jesús. Adán y Eva NO aprobaron la prueba de la obediencia. Aunque antes habían tenido acceso al árbol de la vida, tuvieron que abandonar el jardín del Edén y quedaron sujetos a la muerte.

Este principio es presentado en las siguientes palabras: “Pues como el cuerpo sin el espíritu está muerto, así también la fe sin obras está muerta” (Santiago 2:26).

Caín y Abel
Para la prueba de Caín y Abel, Dios estableció una ofrenda compuesta por dos elementos: el cordero (animal) y el fruto de la tierra (cereal y aceite).

Sabemos que el Cordero representa al Señor Jesús, quien da la vida, mediante la fe: “Al día siguiente Juan vio a Jesús que se acercaba a él, y dijo: ¡Aquí tienen al Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo!” (S. Juan 1:29). “Gritaban a gran voz: «¡La salvación viene de nuestro Dios, que está sentado en el trono, y del Cordero!»” (Apocalipsis 7:10). “Luego el ángel me mostró un río de agua de vida, claro como el cristal, que salía del trono de Dios y del Cordero,” (Apocalipsis 22:1).

Lado a Lado
Caín
Cereal
Cordero
Prueba
Jesús
ü Obediencia
û Fe

Caín obedeció parcialmente, pues su “obediencia” no fue fruto de la fe. La obediencia que resulta del ejercicio de la fe es la única adoración que acepta Dios. Una obediencia apartada de la fe, es rechazada. Es Cristo viviendo en mí el que produce las “buenas obras”.

“¿Qué concluiremos? Pues que los gentiles, que no buscaban la justicia, la han alcanzado. Me refiero a la justicia que es por la fe. En cambio Israel, que iba en busca de una ley que le diera justicia, no ha alcanzado esa justicia. ¿Por qué no? Porque no la buscaron mediante la fe sino mediante las obras, como si fuera posible alcanzarla así. Por eso tropezaron con la «piedra de tropiezo»” (Romanos 9:30-32).

Lado a Lado
Abel
Cereal
Cordero
Prueba
Jesús
ü Obediencia
ü Fe

Por otro lado, la obediencia de Abel fue aceptada. Era el resultado de su fe en Cristo, simbolizado por el Cordero que ofreció en sacrificio.

Tú y Yo
Para probar nuestra mayordomía de los recursos económicos, Dios ha establecido el diezmo y las ofrendas voluntarias. El diezmo se constituye en la prueba de obediencia y la ofrenda, representa la fe en Jesús, quien se ofreció a sí mismo para salvarnos.

Lado a Lado
Tú y yo
Diezmo
Ofrenda
Prueba
Jesús
Obediencia
Fe

En este caso no puedo ponerle palomita (ü) o tacha (û), pues la prueba no ha concluido. Ahora mismo estamos a prueba, y cada uno de nosotros tiene que decidir cómo la aprobará o reprobará. Pero tú, amigo(a), sí sabes cómo calificarte.

Con este modelo se pueden observar cuatro clases de personas entre los profesos mayordomos cristianos.

(1) NO diezman, NO dan ofrendas

No sé ni qué decir… han fallado en la prueba totalmente.

(2) NO diezman, SI dan ofrenda

Los que no diezman, pero sí dan ofrenda están fallando la prueba, como la fallaron Adán y Eva. Piensan que tienen fe, pero su falta de obediencia al mandato divino revela lo contrario. Su fe, sin su obediencia es muerta.

(3) SÍ diezman, NO dan ofrenda

Los que sí diezman, pero no dan ofrenda están fallando la prueba, como la falló Caín. Piensan que con su obediencia, sin la fe, agrada a Dios. De alguna manera, su actuar revela que esperan “ganar” la vida eterna. Su experiencia se tornará amarga cuando descubran que “todos nuestros actos de justicia son como trapos de inmundicia” delante de Dios (véase Isaías 64:6).

El llamado

No es mi intención señalar o juzgar a alguien en particular. Tan sólo presentar la invitación de Dios para probarnos y que cada quien conozca cuál es su situación como mayordomo.

“Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis; y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo” (1 Juan 2:1).

La prueba no está concluida. Ahora mismo puedes saber si es necesario que suceda un cambio en tu experiencia. Si has descubierto que te encuentras en alguno de estos casos, acércate a Dios en este momento, “porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad” (Filipenses 2:13).

El Señor Jesús te invita: “Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro” (Hebreos 4:16).

(3) SÍ diezman, SÍ dan ofrenda

Los que sí diezman, y también dan su ofrenda están aprobando la prueba, como la aprobó Abel. No creen en agradar a Dios mediante su obediencia, sino que su obediencia revela su fe en Cristo Jesús.

Acércate tú también… pidámosle que nos mantenga fieles hasta la muerte y nos dé la corona de la vida (Apocalipsis 2:10).


Todavía no hemos terminado. Agradezco que dejes tus comentarios a continuación y estés al pendiente de la próxima entrega. En la columna derecha podrás escribir tu e-mail para recibir las actualizaciones a este blog.