sábado, 3 de julio de 2010

8 Las Ofrendas Voluntarias

Las ofrendas no son como el Diezmo, porque las ofrendas tienen apellido. Las ofrendas son voluntarias, es decir, nacen de la voluntad. ¿La voluntad de quién? _____________________

¿Eres Cristiano? ¿Sí? ¿De los que quieren ser como Cristo? Estas son algunas declaraciones del Señor Jesús:

“Venga tu reino, hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo” (S. Mateo 6:10).

“Mi alimento es hacer la voluntad del que me envió y terminar su obra —les dijo Jesús—” (S. Juan 4:34).

“Yo no puedo hacer nada por mi propia cuenta… pues no busco hacer mi propia voluntad sino cumplir la voluntad del que me envió” (S. Juan 5:30).

“Porque he bajado del cielo no para hacer mi voluntad sino la del que me envió” (S. Juan 6:38).

“Mientras Jesús le hablaba a la multitud, se presentaron su madre y sus hermanos. Se quedaron afuera, y deseaban hablar con él. Alguien le dijo: —Tu madre y tus hermanos están afuera y quieren hablar contigo. —¿Quién es mi madre, y quiénes son mis hermanos? —replicó Jesús. Señalando a sus discípulos, añadió: —Aquí tienen a mi madre y a mis hermanos. Pues mi hermano, mi hermana y mi madre son los que hacen la voluntad de mi Padre que está en el cielo.” (S. Mateo 12:46-50).


Las ofrendas no son como el Diezmo, porque las ofrendas tienen apellido. Las ofrendas son voluntarias, es decir, nacen de la voluntad. ¿La voluntad de quién? _____________________

¿Cuál es la voluntad de Dios en cuanto a las ofrendas?


Quiero hacer un paréntesis para analizar dos textos.

“El primer día de la semana, cada uno de ustedes aparte y guarde algún dinero conforme a sus ingresos, para que no se tengan que hacer colectas cuando yo vaya” (1 Corintios 16:2).

Algunos hermanos usan este texto para probar que el domingo los cristianos de la iglesia primitiva se reunían para adorar a Dios, pues se recibían las ofrendas.

Nosotros creemos que “un texto sin contexto es tan sólo un pretexto.” Así que le aplicaremos la prueba del contexto. Esta prueba consiste en analizar lo que se dice antes y después del texto en cuestión, a fin de entender claramente cuál es el tema que se trata.

Leamos pues el versículo anterior. “En cuanto a la colecta para los creyentes, sigan las instrucciones que di a las iglesias de Galacia.” (1 Corintios 16:1).

Ahora veamos el versículo siguiente. “Luego, cuando llegue, daré cartas de presentación a los que ustedes hayan aprobado y los enviaré a Jerusalén con los donativos que hayan recogido.” (1 Corintios 16:3).

La realidad es que estos textos no se refieren a la ofrenda, como nosotros la entendemos, sino a un donativo para los pobres en Jerusalén. Años antes había sido el portador de una colecta especial para los afectados por el hambre en la iglesia de Antioquía. La mayoría de los creyentes en Jerusalén eran pobres, algunos de ellos por haberse hecho cristianos. Pablo estaba empeñado en la responsabilidad de solicitar ayuda para ellos de otras iglesias que visitaba, y se dirigió a los corintios para que hicieran su parte.

Analicemos un segundo pasaje: “Pero esto digo: El que siembra escasamente, también segará escasamente; y el que siembra generosamente, generosamente también segará. Cada uno dé como propuso en su corazón: no con tristeza, ni por necesidad, porque Dios ama al dador alegre” (2 Corintios 9:6-7).

Con mucha frecuencia se usa este pasaje para explicar que uno puede decidir cuánto debe dar como ofrenda: como propuso en su corazón. Pero analicemos qué es lo que realmente dice el apóstol.
Dice el Diccionario de la Lengua Española, al definir como: “adv. m. Encabeza oraciones sin antecedente que expresan el modo o la manera en que se lleva a cabo la acción del verbo del que dependen: hazlo como quieras.”

La palabra “como”, así sin acento, es un adverbio de modo que expresa la manera en que se lleva a cabo la acción de dar. Hay otra clase de adverbio que se refieren a cantidad: “poco, mucho, bastante, más, menos, algo, demasiado, casi, sólo, solamente, tan, tanto, todo, nada, aproximadamente”, pero este no es el caso.

Así aclarada la palabrita, ¿a qué se refiere la frase “cada uno dé como propuso en su corazón”? ¿A cantidad o a actitud? Si seguimos leyendo el texto dice: “no con tristeza” ¿Cantidad o actitud?, “ni por necesidad,” ¿Cantidad o actitud? “porque Dios ama al dador alegre” ¿Cantidad o actitud? En realidad este texto habla sobre la actitud al dar, pero no dice absolutamente NADA acerca de la cantidad.

Ahora el análisis del contexto. “No hace falta que les escriba acerca de esta ayuda para los santos, porque conozco la buena disposición que ustedes tienen…” (2 Corintios 9:1,2) “Esta ayuda que es un servicio sagrado no sólo suple las necesidades de los santos sino que también redunda en abundantes acciones de gracias a Dios.” Pablo añade más exhortaciones en cuanto a la colecta para los pobres de Jerusalén.

Aunque estos pasajes no nos resultan útiles para hablar de la CANTIDAD de ofrenda que resulta de la voluntad de Dios, sí son muy importantes para hablar de la ACTITUD al dar. Es obvio que debemos dar con alegría y en proporción a los ingresos recibidos.

¿Cuál es la voluntad de Dios en cuanto a las ofrendas?


Leamos el pasaje en Deuteronomio 14:22-27: “Cada año, sin falta, apartarás la décima parte de todo lo que produzcan tus campos. En la presencia del Señor tu Dios comerás la décima parte de tu trigo, tu vino y tu aceite, y de los primogénitos de tus manadas y rebaños; lo harás en el lugar donde él decida habitar. Así aprenderás a temer siempre al Señor tu Dios. Pero si el Señor tu Dios te ha bendecido y el lugar donde ha decidido habitar está demasiado distante, de modo que no puedes transportar tu diezmo hasta allá, entonces lo venderás y te presentarás con el dinero en el lugar que el Señor tu Dios haya elegido. Con ese dinero podrás comprar lo que prefieras o más te guste: ganado, ovejas, vino u otra bebida fermentada, y allí, en presencia del Señor tu Dios, tú y tu familia comerán y se regocijarán. Pero toma en cuenta a los levitas que vivan en tus ciudades. Recuerda que, a diferencia de ti, ellos no tienen patrimonio alguno.”

Ahora procederemos al análisis de cada texto.

22 “Cada año, sin falta, apartarás la décima parte de todo lo que produzcan tus campos.” La economía del pueblo de Israel era predominantemente agrícola. Esto significa que cada año tenían sus cosechas y las crías de su ganado. Por eso cada año apartaban la décima parte de sus utilidades. Aunque esto sigue siendo una realidad en las áreas rurales, la mayor parte de la población vivimos en una economía urbana, donde la mayoría de nosotros recibe sus ingresos en forma semanal, quincenal o mensual. Podemos aplicar esta periodicidad, sin afectar el espíritu del mandato.

La cantidad mencionada en este pasaje es de un diezmo, la décima parte de las utilidades del año. En cantidad es igual al diezmo que estudiamos en el capítulo anterior y podría pensarse que se trata de lo mismo, pero veamos las diferencias a continuación.

23 “En la presencia del Señor tu Dios comerás la décima parte de tu trigo, tu vino y tu aceite, y de los primogénitos de tus manadas y rebaños; lo harás en el lugar donde él decida habitar. Así aprenderás a temer siempre al Señor tu Dios.”

Tres cosas obtenemos de este versículo: (1) El primer diezmo era exclusivamente para el sostén de los levitas, pero este es para que te lo comas “en el lugar donde Dios decida habitar”, o sea en la casa de Dios. Por lo tanto es diferente del anterior. (2) El que va a disfrutar de este diezmo eres tú y tu familia (véase v.26), pero Dios no quiere que lo disfrutes en tu casa, sino en la casa de Dios. (3) La razón que se da para hacer esto es que “así aprenderás a temer siempre al Señor tu Dios.”

Eso me recuerda el mensaje que como Iglesia tenemos que predicar en estos tiempos: “Luego vi a otro ángel que volaba en medio del cielo, y que llevaba el evangelio eterno para anunciarlo a los que viven en la tierra, a toda nación, raza, lengua y pueblo. Gritaba a gran voz: «Teman a Dios y denle gloria, porque ha llegado la hora de su juicio. Adoren al que hizo el cielo, la tierra, el mar y los manantiales.»” (Apocalipsis 14:6-7).

Otro texto, que aprendí de memoria hace algunos años: “El fin de este asunto es que ya se ha escuchado todo. Teme, pues, a Dios y cumple sus mandamientos, porque esto es todo para el hombre. Pues Dios juzgará toda obra, buena o mala, aun la realizada en secreto.” (Eclesiastés 12:13-14). Nuevamente se habla del juicio, pero antes, “Teme a Dios”.

Así que los que habremos de afrontar el juicio debemos aprender a temer a Dios y además decir a gran voz a todo el mundo que “Teman a Dios”, ¿pero cómo aprendemos nosotros a temer a Dios y cómo se los enseñamos? Hasta ahora no he localizado otro texto que me indique cómo hacerlo. Así que la respuesta es: Aparte el diezmo y disfrútelo con su familia, pero no en su casa, sino en la casa de Dios.

24 “Pero si el Señor tu Dios te ha bendecido y el lugar donde ha decidido habitar está demasiado distante, de modo que no puedes transportar tu diezmo hasta allá, 25entonces lo venderás y te presentarás con el dinero en el lugar que el Señor tu Dios haya elegido. 26Con ese dinero podrás comprar lo que prefieras o más te guste: ganado, ovejas, vino u otra bebida fermentada, y allí, en presencia del Señor tu Dios, tú y tu familia comerán y se regocijarán.”

Aquí aparece otra diferencia con el primer diezmo. El primer diezmo no se podía cambiar, pero ahora Dios dice que este puedes venderlo y llevar el dinero para que cuando llegues puedas comprar lo que prefieras o más te guste. Y se repite la instrucción: “en presencia del Señor tu Dios, tú y tu familia comerán y se regocijarán.” No es para que te lamentes de tener que apartar otro diezmo. Es para que te regocijes con tu familia. Pero no en tu casa, sino en la casa de Dios.

Ahora vamos a traer estos conceptos a nuestra realidad presente. Cuando participamos del Plan de Dadivosidad Personal, el segundo diezmo. ¿Para qué se usa? Aquí hay algunos conceptos en que se gasta:

  • Pago de la electricidad para tener luz, sonido, calefacción en tiempo de frío y aire acondicionado en tiempo de calor.
  • Pago del agua que tomamos cuando tenemos sed y la que usamos en los baños cuando tenemos necesidad.
  • Mantenimiento de las bancas cómodas en las que nos sentamos.
  • Equipo de Sonido, video, cámaras.
  • Sueldo de la secretaria que atiende nuestras llamadas y otras personas que sirven en la iglesia.
  • Materiales didácticos para las divisiones infantiles.
  • Premios y regalos para los que cumplen años, día de las madres, del maestro, etc.
  • Ayuda para becas de hermanos que no tienen suficiente recursos económicos.
¿Quién disfruta de todo esto? ¿Acaso es para el beneficio de Dios? Antes de comprender el Plan de Dios para las ofrendas, yo entregaba el segundo diezmo y luego me sentía culpable cuando al participar en un concurso bíblico, me querían dar un regalo. Pensaba, “pero esto fue comprado con la ofrenda”, no puedo recibirlo. Creía que la ofrenda era para que “se fuera”.

Ahora realmente disfruto el clima, los asientos, los regalos. Hasta pregunto ¿no tiene otro? Ya entendí que es para que yo lo disfrute. Para eso lo traje. Equivocado estaría si no lo trajera y luego exigiera que me dieran algo. Con tristeza he observado que hay hermanos que no traen su ofrenda, pero sí se molestan cuando no les dan lo que exigen.

Lo que cada iglesia tiene para gastar es lo que nosotros mismo traemos. Y cuando lo traemos lo podemos disfrutar.

El plan del Diablo para las ofrendas


Imagina esta escena en el hogar de una familia en cuya iglesia los hermanos no traen el segundo diezmo a la casa de Dios y esta familia no es la excepción. Así que este segundo diezmo se lo disfrutan, pero en su casa.

Llega el sábado por la tarde. La esposa le dice al esposo: “¿Vamos a ir a la Sociedad de Jóvenes?” ¿A qué?, le responde el marido. ¡No ves que está haciendo mucho calor! Mejor nos quedamos aquí en la casa… prendemos el clima y vamos a estar muy a gusto. ¡Hasta podemos ver una película de la Biblia!

Ahora la escena de una familia que asiste a una iglesia donde se practica el Plan de Dios, ellos mismos entregan su ofrenda completa para luego disfrutarla con su familia en la casa de Dios.

Llega el sábado por la tarde. La esposa le dice al esposo: “¿Vamos a ir a la Sociedad de Jóvenes?” Pero hija, todavía falta una hora y media. Voy a sugerirle a los ancianos que aprueben adelantarla cuando menos media hora. ¡Qué calor hace aquí! En cambio allá… ¡el clima está bien rico! Apúrate a vestirte. No quiero llegar tarde.

¿Qué sucede cuando SI practicamos el plan de Dios? Disfrutamos lo que Dios nos ha dado con nuestra familia de todos modos, pero hay personas con menos recursos que los que nosotros tenemos y se sientan a nuestro lado y disfrutan de la misma banca, del mismo aire acondicionado y del mismo material didáctico y hasta se sacan un premio. Las bendiciones de Dios se reparten, sin hacernos más pobres.

¿Cuánto es el diezmo de un año?


Piense en la cantidad que recibe mensualmente. Ahora, de allí reste lo que paga de renta, agua, luz, predial, gasolina, ropa, zapatos, educación de los hijos, etc. ¿Cuánto le queda para la comida? Una fracción relativamente pequeña. ¡Y con eso comes con tu familia todo un mes!

Ahora, ¿cuánto es el diezmo de un año? Si el año tiene 12 meses, la décima parte es 1.2 meses. Dejémoslo en “más de lo que gano en un mes.”

Imagina que eres un Israelita que vive fuera de Jerusalén. Tienes que ir al templo para llevar tus diezmos. Llegas y entregas el primer diezmo íntegro. Ahora vas al mercado para comprar la comida para el banquete que te vas a dar en el templo. ¿Cuánto tiempo te vas a quedar en Jerusalén? ¿Una semana? Ya viajaste en burro unos tres días… creo que no quieres regresar enseguida… pero tampoco te puedes quedar mucho tiempo. La casa se quedó sola. La fiesta dura una semana.

Pero en una semana te debes gastar el dinero equivalente a “más de un mes de utilidades”. Pero si con una pequeña fracción comías todo el mes… ¡Es mucho! ¡No puedo sólo con mi familia! ¿Qué hago?

Eso es precisamente lo que Dios espera que te dieras cuenta. ¡Que sus bendiciones son muchas! ¡No te las puedes acabar! ¡Sal por las calles y busca a los pobres, las viudas, los huérfanos e invítalos a tu mesa! ¡Hay que acabárselo todo!

Dios no quiere que vivas afligido por la escasez, siendo que Él te ha dado muchas bendiciones. Pero ¿por qué entonces vivimos pensando en lo poco que tenemos? La respuesta es dolorosa: ¡Porque no estamos siguiendo el Plan de Dios! Estamos cosechando lo que sembramos.

¿Te parece que en tu iglesia hay recursos suficientes? ¿Sientes cierta comodidad? La realidad es que hay un grupo muy reducido de personas a través de las cuales Dios hace llegar esa comodidad. La gran mayoría no participa trayendo su segundo Diezmo. ¡Imagina cómo sería la iglesia si TODOS fuésemos fieles! Y las bendiciones que cada familia recibiría serían mayores.

¿Y si me falta la fe? ¿Qué hago?


El Señor Jesús dijo: “cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará fe en la tierra?” (S. Lucas 18:8). No es de extrañarnos que en estos momentos cuando Cristo está a punto de venir la fe sea escasa.

Así que algunos han propuesto: “Si su fe es pequeña, empiece con poco… uno por ciento, luego dos por ciento, luego cinco por ciento… conforme vaya creciendo su fe.” El problema con este razonamiento es que no tiene fundamento en la Biblia.

Cuando alguien me pregunta qué hacer, yo le muestro el texto de Malaquías 3:10 “Traed todos los diezmos al alfolí y haya alimento en mi casa; y probadme ahora en esto, dice Jehová de los ejércitos, si no os abriré las ventanas de los cielos, y derramaré sobre vosotros bendición hasta que sobreabunde.”

Primero es la obediencia, traiga TODOS los diezmos para que haya alimento en mi casa. Con el primer diezmo había alimento en la casa de los levitas, pero con el segundo había alimento en la casa de Dios literalmente. Luego viene la fe, “probadme ahora en esto”.

¡Haz la prueba! Dios no se molesta si lo pones a prueba. Él te pide que lo hagas y verás que no te falla. ¿Vas a hacerlo, o continuarás dudando?

sábado, 26 de junio de 2010

7 El Diezmo es del Señor

“El diezmo de todo producto del campo, ya sea grano de los sembrados o fruto de los árboles, pertenece al Señor, pues le está consagrado.” (Levítico 27:30).

El diezmo consiste en devolver a Dios la décima parte de todo lo que nos da para nuestra subsistencia. Considerarlo un pago o una ofrenda es suponer que esa porción nos pertenecía. Sin embargo, Dios nos la entregó solamente para probar nuestra honestidad, al devolverla. En Malaquías 3:8, Dios denuncia a quienes no entregan los diezmos, diciendo que le están robando.

A mí me gusta verlo de esta manera: cuando necesito 9 pesos, Dios me provee de 10 pesos. Siempre me da más de lo que necesito. De modo que después de devolver el diezmo, todavía tengo suficiente para cubrir mis necesidades.

Además, el devolver el diezmo es un acto de reconocimiento de que Dios es quien provee para todas nuestras necesidades y por lo tanto, un acto de adoración a él.

El diezmo consiste en la décima parte: uno de cada diez. No es la décima parte de todo lo que se tiene, sino de la ganancia que se tuvo. Además es lo primero que se aparta.

En ocasiones, un israelita quería usar parte de los frutos o semillas que fueron separadas para el diezmo, para sembrar. En este caso, podía entregar en dinero el valor de dicho fruto, según era calculado por el sacerdote. El versículo 31 dice: “Si alguien desea rescatar algo de su diezmo, deberá añadir a su valor una quinta parte.” No se puede cambiar así nada más. Hay una “multa” por cambiar el producto que es diezmo.

“En cuanto al diezmo del ganado mayor y menor, uno de cada diez animales contados será consagrado al Señor” (Levítico 27:32).

Para calcular el diezmo de los animales, al final del año, los israelitas contaban el ganado nacido durante el último año. Ponían una vara, y por debajo pasaban los animalitos. Entonces, contaban uno, dos, tres, cuatro… nueve y al pasar el décimo, lo marcaban como diezmo. De nuevo, uno, dos, tres, cuatro… nueve, y el décimo es marcado como diezmo. Y así sucesivamente.

En las ciudades modernas ya no tenemos una economía agrícola con ganancias anuales, como en tiempos bíblicos. Ahora nuestra economía se basa en el intercambio de billetes y monedas o depósitos en el banco. Y las ganancias se obtienen cada semana, quincena o mes. Entonces, cada semana, quincena o mes, debemos apartar el diezmo para entregarlo a Dios.

Una forma sencilla para calcular el diezmo es escribiendo la cantidad que se ha ganado y luego se tapa con el dedo el último número antes del punto decimal. Por ejemplo, si la ganancia es de 1,234.00, se tapa el cuatro y nos quedan 123. Ese es el diezmo, 123.00. Ahora, si se le dificulta conseguir los 23.00, pues el cajero automático le entrega billetes de 50, pues entregue los 150. No se preocupe, no va a empobrecer por los pocos pesos que entrega de más, en cambio, recibirá mayor bendición por cuanto ha puesto a Dios en primer lugar.

Si su ganancia es de 25,348.84, tape los 8.84 y le quedan 2,534.00, ese es el diezmo. Recuerde que si se le dificulta entregar los 2,534.00 puede entregar 2,535.00 ó 2,550.00 que resulta más fácil de conseguir en el cajero automático del banco.

Las personas que tienen un negocio de compra-venta, calculan su diezmo sobre la ganancia, no sobre el total de las ventas, pues en el precio de venta, se incluye el precio de compra. Así, si se vende 1,000.00, pero el costo de la mercancía es de 600.00, el diezmo se calcula sobre los 400.00 de la utilidad, no sobre los 1,000.00 de la venta. También se pueden descontar los gastos propios del negocio (el costo de la venta).

¿Para qué se usa el diezmo?

“A los levitas les doy como herencia, y en pago por su servicio en la Tienda de reunión, todos los diezmos de Israel.” (Números 18:21).

En el pasado, los israelitas traían su diezmo hasta el santuario y allí lo entregaban a los sacerdotes y levitas. Los sacerdotes y levitas se dedicaban a servir en el santuario. No tenían tierras, ni otro trabajo. Estaban dedicados al servicio de Dios. Así pues, Dios les dio a ellos los diezmos de Israel como pago por su servicio.
Después de que Cristo murió, cesaron los servicios en el santuario. De hecho, el templo fue destruido en el año 70 DC y los israelitas fueron dispersados. Desde entonces no hay templo, ni levitas.

¿Para qué se usan los diezmos en la época del nuevo testamento? El apóstol Pablo responde: “¿No saben que los que sirven en el templo reciben su alimento del templo, y que los que atienden el altar participan de lo que se ofrece en el altar? Así también el Señor ha ordenado que quienes predican el evangelio vivan de este ministerio” (1 Corintios 9:13,14).

Ahora es usado para sostener a los Ministros que predican el Evangelio de tiempo completo. “Dios no ha cambiado; el diezmo todavía ha de usarse para el sostén del ministerio.” (CSMC 108)

“Dios ha dado instrucciones especiales concernientes al empleo del diezmo… La porción que Dios se ha reservado no debe usarse para ningún otro propósito fuera del que él ha especificado” (CSMC 106).

¿Para qué NO se usa el diezmo?

No es para gastos de emergencia. “Que nadie se sienta libre para retener los diezmos con el fin de usarlos según su propio juicio. No debe emplearse en caso de emergencia, ni como parezca conveniente, aun en cosas que conciernan a la obra de Dios.” (CSMC 106)

El ministro, por precepto y ejemplo, debe enseñar a la gente a considerar el diezmo como algo sagrado. Este no debe pensar que puede retenerlo y usarlo según su criterio personal, porque es un ministro. No le pertenece. No está en libertad de dedicarlo para sí mismo sea lo que fuere que piense que se le debe. No debe respaldar con su influencia ningún plan para apartar de su uso legítimo los diezmos y las ofrendas de Dios.” (CSMC 106)

No es para ayudar a los pobres. “El diezmo ha sido puesto aparte con un propósito especial. No debe considerarse como un fondo para pobres.” (CSMC 108)

No es para los gastos de la iglesia. “Se me mostró que es un error emplear el diezmo para satisfacer los gastos ocasionales de la iglesia... Pero estáis robando a Dios cada vez que ponéis vuestras manos en la tesorería y extraéis fondos para satisfacer los gastos corrientes de la iglesia.” (CSMC 108)

No es para las escuelas, ni para pagar a los colportores. “Algunos piensan que el diezmo puede aplicarse a las escuelas. Otros suponen que los colportores deberían ser sostenidos con el diezmo, pero se comete un grave error cuando el diezmo se aparta del objetivo para el que ha sido destinado: el sostén de los ministros...” (CSMC 107)

Pero sí se puede usar para pagar a los capellanes de nuestras escuelas. “Ha sido dada clara luz en cuanto a que aquellos que ministran en nuestras escuelas enseñando la Palabra de Dios, explicando las Escrituras, educando a los alumnos en las cosas de Dios, deben ser sostenidos con el diezmo.” (CSMC 108)

Así, pues, cuando entregamos el diezmo de nuestras ganancias, obedecemos a Dios y le ponemos en primer lugar. Este es un acto de obediencia que nos revela de quién dependemos. A quién adoramos.

En vista de que el diezmo sólo puede ser usado para sostener el ministerio, ¿con qué se pagan los gastos ordinarios de la iglesia, tales como la electricidad, el aseo, las reparaciones y materiales? ¿Y para ayudar a los pobres? Estos gastos son pagados con las ofrendas voluntarias.

Resumen del diezmo

·         Décima parte
·         Si se desea cambiar, se añadirá 1/5 (20%)
·         Sólo se usa para sostén del ministerio

sábado, 5 de junio de 2010

6 Las pruebas de la mayordomía - Lado a Lado

Lado a Lado: un modelo de las pruebas de la mayordomía

En las publicaciones anteriores estudiamos tres casos de las pruebas de la mayordomía. De estos casos, puede derivé un modelo, al que he denominado “Lado a Lado”, pues se puede observar que siempre hay dos elementos involucrados, puestos lado a lado.

Adán y Eva
Para la prueba de Adán y Eva, Dios plantó dos árboles en el centro del jardín: el árbol de la vida y el árbol del conocimiento del bien y del mal.


Aunque el árbol del conocimiento del bien y del mal les estaba prohibido, al árbol de la vida ellos tenían libre acceso y podían disfrutar de su fruto. El primero era la prueba, sin lugar a dudas, pero ¿has pensado en qué representa el árbol de la vida? “Para que todo el que crea en él tenga vida eterna” (S. Juan 3:15). “Ciertamente les aseguro que el que cree tiene vida eterna” (S. Juan 6:47). “Y ésta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien tú has enviado” (S. Juan 17:3).

Lado a Lado
Adán y Eva
Árbol del conocimiento
del bien y del mal
Árbol de la vida
Prueba
Jesús
û Obediencia
ü Fe

Una primera conclusión que se obtiene al observar el modelo es que, al lado de la prueba está el Señor Jesús. Adán y Eva NO aprobaron la prueba de la obediencia. Aunque antes habían tenido acceso al árbol de la vida, tuvieron que abandonar el jardín del Edén y quedaron sujetos a la muerte.

Este principio es presentado en las siguientes palabras: “Pues como el cuerpo sin el espíritu está muerto, así también la fe sin obras está muerta” (Santiago 2:26).

Caín y Abel
Para la prueba de Caín y Abel, Dios estableció una ofrenda compuesta por dos elementos: el cordero (animal) y el fruto de la tierra (cereal y aceite).

Sabemos que el Cordero representa al Señor Jesús, quien da la vida, mediante la fe: “Al día siguiente Juan vio a Jesús que se acercaba a él, y dijo: ¡Aquí tienen al Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo!” (S. Juan 1:29). “Gritaban a gran voz: «¡La salvación viene de nuestro Dios, que está sentado en el trono, y del Cordero!»” (Apocalipsis 7:10). “Luego el ángel me mostró un río de agua de vida, claro como el cristal, que salía del trono de Dios y del Cordero,” (Apocalipsis 22:1).

Lado a Lado
Caín
Cereal
Cordero
Prueba
Jesús
ü Obediencia
û Fe

Caín obedeció parcialmente, pues su “obediencia” no fue fruto de la fe. La obediencia que resulta del ejercicio de la fe es la única adoración que acepta Dios. Una obediencia apartada de la fe, es rechazada. Es Cristo viviendo en mí el que produce las “buenas obras”.

“¿Qué concluiremos? Pues que los gentiles, que no buscaban la justicia, la han alcanzado. Me refiero a la justicia que es por la fe. En cambio Israel, que iba en busca de una ley que le diera justicia, no ha alcanzado esa justicia. ¿Por qué no? Porque no la buscaron mediante la fe sino mediante las obras, como si fuera posible alcanzarla así. Por eso tropezaron con la «piedra de tropiezo»” (Romanos 9:30-32).

Lado a Lado
Abel
Cereal
Cordero
Prueba
Jesús
ü Obediencia
ü Fe

Por otro lado, la obediencia de Abel fue aceptada. Era el resultado de su fe en Cristo, simbolizado por el Cordero que ofreció en sacrificio.

Tú y Yo
Para probar nuestra mayordomía de los recursos económicos, Dios ha establecido el diezmo y las ofrendas voluntarias. El diezmo se constituye en la prueba de obediencia y la ofrenda, representa la fe en Jesús, quien se ofreció a sí mismo para salvarnos.

Lado a Lado
Tú y yo
Diezmo
Ofrenda
Prueba
Jesús
Obediencia
Fe

En este caso no puedo ponerle palomita (ü) o tacha (û), pues la prueba no ha concluido. Ahora mismo estamos a prueba, y cada uno de nosotros tiene que decidir cómo la aprobará o reprobará. Pero tú, amigo(a), sí sabes cómo calificarte.

Con este modelo se pueden observar cuatro clases de personas entre los profesos mayordomos cristianos.

(1) NO diezman, NO dan ofrendas

No sé ni qué decir… han fallado en la prueba totalmente.

(2) NO diezman, SI dan ofrenda

Los que no diezman, pero sí dan ofrenda están fallando la prueba, como la fallaron Adán y Eva. Piensan que tienen fe, pero su falta de obediencia al mandato divino revela lo contrario. Su fe, sin su obediencia es muerta.

(3) SÍ diezman, NO dan ofrenda

Los que sí diezman, pero no dan ofrenda están fallando la prueba, como la falló Caín. Piensan que con su obediencia, sin la fe, agrada a Dios. De alguna manera, su actuar revela que esperan “ganar” la vida eterna. Su experiencia se tornará amarga cuando descubran que “todos nuestros actos de justicia son como trapos de inmundicia” delante de Dios (véase Isaías 64:6).

El llamado

No es mi intención señalar o juzgar a alguien en particular. Tan sólo presentar la invitación de Dios para probarnos y que cada quien conozca cuál es su situación como mayordomo.

“Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis; y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo” (1 Juan 2:1).

La prueba no está concluida. Ahora mismo puedes saber si es necesario que suceda un cambio en tu experiencia. Si has descubierto que te encuentras en alguno de estos casos, acércate a Dios en este momento, “porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad” (Filipenses 2:13).

El Señor Jesús te invita: “Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro” (Hebreos 4:16).

(3) SÍ diezman, SÍ dan ofrenda

Los que sí diezman, y también dan su ofrenda están aprobando la prueba, como la aprobó Abel. No creen en agradar a Dios mediante su obediencia, sino que su obediencia revela su fe en Cristo Jesús.

Acércate tú también… pidámosle que nos mantenga fieles hasta la muerte y nos dé la corona de la vida (Apocalipsis 2:10).


Todavía no hemos terminado. Agradezco que dejes tus comentarios a continuación y estés al pendiente de la próxima entrega. En la columna derecha podrás escribir tu e-mail para recibir las actualizaciones a este blog.

sábado, 29 de mayo de 2010

5 Las pruebas de la mayordomía - Tú y yo

Tú y yo probados


Las historias previas son muy aleccionadoras. Sin embargo, no son suficientes para nuestra experiencia. Revelaron lo que no era obvio en las vidas de estos personajes, pero ¿cuál es la prueba que nosotros debemos afrontar a fin de conocer nuestra fidelidad como mayordomos de Dios?

Actualmente no tenemos acceso al árbol del conocimiento del bien y del mal, por lo que nuestra prueba no está allí.

Tampoco hay necesidad de ofrecer un cordero en sacrificio, acompañado por el cereal y el aceite, puesto que Cristo, el verdadero cordero de Dios ya fue sacrificado.

¿Cuál es la prueba de nuestra mayordomía?

“Así también el Señor… Nos pide que lo reconozcamos como el Dador de todas las cosas, y por esta razón ha dicho: De todas vuestras posesiones me reservo la décima parte para mí mismo, además de los donativos y las ofrendas, que deben ser llevados a mi tesorería. Esto constituye la prueba de la provisión que Dios ha hecho para promover la obra del Evangelio” (Consejos sobre Mayordomía Cristiana, 69,70).

“Aun antes de la entrada del pecado, el peligro del olvido estaba latente en el carácter del hombre, y Dios le prohibió comer del fruto del árbol del conocimiento del bien y del mal como una prueba para él; lo reclamó como suyo. Porque con la obediencia a este mandato, Adán y Eva reconocían que Dios era el dueño del hermoso hogar confiado a su cuidado. Dios le dio a Adán el dominio sobre todo el mundo y sobre todas las formas de vida sobre él, pero retuvo para sí este solo árbol como señal de que era el Señor de todo. Así, el separar la décima parte de las ganancias es un reconocimiento de la misma verdad eterna.” (Diccionario Bíblico Adventista – Diezmo)

En estos dos pensamientos encontramos que una prueba de nuestra mayordomía consiste en la entrega fiel de los diezmos y los donativos y ofrendas.

Por supuesto, debemos comprender que, como establecimos en el capítulo anterior, esta es la prueba de nuestra mayordomía en el área de los recursos materiales. Hay otras pruebas de nuestra mayordomía para el tiempo, el cuerpo, los talentos y el evangelio.


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sábado, 22 de mayo de 2010

4 Las pruebas de la mayordomía - Caín y Abel

Caín y Abel probados


“Estos hermanos fueron probados, como lo había sido Adán antes que ellos, para comprobar si habrían de creer y obedecer las palabras de Dios” (Patriarcas y Profetas, página 58)

Este pensamiento revela que la prueba de la mayordomía de Caín y Abel tenía el mismo propósito que la prueba de la mayordomía a la cual fueron sometidos Adán y Eva. Eran pruebas que revelaban la relación entre la mayordomía, la fe (creer) y las obras (obedecer).

Las circunstancias habían cambiado, Caín y Abel no tenían acceso al árbol de la vida, pero tampoco al árbol del conocimiento del bien y del mal. Por esta razón, la prueba debía cambiar de forma, pero no de fondo. Todavía es necesario que el ser humano pueda probar su fidelidad como mayordomo.

Caín y Abel eran dos jóvenes adultos. “Abel se dedicó a pastorear ovejas, mientras que Caín se dedicó a trabajar la tierra” (Génesis 4:2). Siendo que la mayoría de nosotros conoce la historia, me atrevo a preguntar: ¿En qué consistió la ofrenda de Caín? Anota tu respuesta aquí _______________________________________________.

Muchas personas ante esta pregunta, tienden a responder con interpretaciones: “lo que él quiso”, “lo que le sobraba”, “no hizo lo que Dios le pidió.”

Pero me gusta la idea de aterrizar el asunto. Primero, ¿qué sabes?, después abordaremos el ¿cómo lo interpretas? Si todavía no has escrito algo en la línea, te invito a que lo hagas antes de continuar leyendo. Es muy importante.

Ante mi insistencia, muchos contestan que Caín trajo frutas. Si crees que esa es la respuesta correcta, ahora te pido que uses un poco tu imaginación y escribas qué frutas te imaginas que habrá traído. _______________________________________________

La gran mayoría de las personas mencionan las manzanas, peras, uvas, calabazas, naranjas, tomates, etc. ¿estás de acuerdo?

La siguiente pregunta es: ¿En qué consistió la ofrenda de Caín? Anota tu respuesta aquí ______________________________________________.

Por favor, anota lo que sabes, sin interpretaciones. Porque muchos responden “lo que Dios pidió”, “lo mejor que tenía”, o cosas similares. Anímate a responder algo concreto.

Si escribiste un cordero, has coincidido con la mayoría de las personas a quienes he preguntado personalmente al impartir este seminario. Aunque lamento informar que la verdad no se determina por votación u opinión de la mayoría.

Patriarcas y Profetas, página 58 dice respecto de Caín y Abel algo que llamó mi atención: “Conocían el medio provisto para salvar al hombre, y entendían el sistema de ofrendas que Dios había ordenado.” Dos palabras resaltan: conocían y entendían.

Las respuestas más populares no son las correctas porque, desafortunadamente, muchos no conocen y otros no entienden bien el sistema de ofrendas que Dios había ordenado. Parte de este desconocimiento proviene del hecho de que no podemos encontrar en el libro de Génesis las instrucciones sobre este sistema.

Pero el hecho de no encontrar la descripción del sistema de ofrendas en Génesis, no significa que las personas que vivieron en esta época no lo conocieran y entendieran. Tan sólo significa que se escribió en una fecha posterior. De hecho, en esa época no se había comenzado a escribir la Biblia. Todo lo sabían por la tradición oral de padres a hijos.

Permíteme presentar un ejemplo de este razonamiento. En Génesis 7:2 dice lo siguiente: “De todos los animales puros, lleva siete machos y siete hembras, pero de los impuros, sólo un macho y una hembra.” Esta es la orden que recibió Noé para ingresar a los animales al arca. Note que Dios los clasifica en puros e impuros. La pregunta es ¿dónde se dice en Génesis cómo distinguir los animales puros de los impuros? Y si no se dice en Génesis, ¿cómo supo Noé clasificarlos?

La respuesta es simple: Noé conocía esta clasificación, pero se registró por escrito hasta cuando el pueblo de Israel estaba en el desierto. Está en Levítico capítulo 11.

De manera similar, el sistema de ofrendas que Caín y Abel conocían y entendían se registró hasta la época del peregrinar por el desierto. Está descrito en el libro de los Números capítulo 15:1-4: “El Señor le ordenó a Moisés que les dijera a los israelitas: «Después de que hayan entrado en la tierra que les doy para que la habiten, tal vez alguno quiera ofrecerle al Señor una vaca o una oveja... como holocausto... Para que esa ofrenda sea un aroma grato al Señor, el que presente su ofrenda deberá añadirle, como ofrenda de cereal, dos kilos de flor de harina mezclada con un litro de aceite.”

Para que sea un aroma grato al Señor, la ofrenda debía constar de dos elementos:
  •  La víctima (el animal: vaca u oveja)
  • El cereal y el aceite (fruto de la tierra)

La ofrenda de Caín
Volvamos a la historia de Caín y Abel. ¿En qué consistió la ofrenda de Caín? “Tiempo después, Caín presentó al Señor una ofrenda del fruto de la tierra” (Génesis 4:3). Realmente no dice frutas, aunque las frutas son también el fruto de la tierra. Pero en el contexto del sistema de ofrendas establecido por Dios, concluyo que se trató del cereal. Caín sólo trajo el cereal.

La ofrenda de Abel
En qué consistió la ofrenda de Abel. “Abel también presentó al Señor lo mejor de su rebaño, es decir, los primogénitos con su grasa” (Génesis 4:4).

El adverbio también es clave para comprender este versículo. El Diccionario de la Lengua Española lo define así: “(1) Se usa para afirmar la igualdad, semejanza, conformidad o relación de una cosa con otra; (2) además.”

Esta palabra establece una relación entre dos cosas. Podría estar relacionando a Caín con Abel, pero para entenderlo así tendría que decir: “También Abel”. Pero en cambio, dice “Abel también presentó al Señor”. Es decir, lo que relaciona es lo que presentó Abel con lo que presentó Caín. Pero no olvide que significa “Además”. Así pues, Abel presentó lo que trajo Caín, el fruto de la tierra, y ADEMÁS trajo lo mejor de sus rebaños, el cordero.

Aunque interesante este hecho, este pasaje no fue escrito originalmente en español, sino en hebreo. Podría tratarse de un efecto de la traducción. Así que también hay que investigarlo en hebreo.

La palabra hebrea traducida como también es גַּם (gam) que se puede traducir como ambos, así se confirma que Abel debió traer ambas cosas: el fruto de la tierra y el cordero.

Patriarcas y Profetas continúa diciendo: “ellos habían de mostrar su fe en la sangre de Cristo como la expiación prometida ofreciendo en sacrificio las primicias del ganado. Además de esto, debían presentar al Señor los primeros frutos de la tierra, como ofrenda de agradecimiento.” Es decir, ambos debían ofrecer un sacrificio del ganado y ambos debían presentar al Señor los frutos de la tierra.

La diferencia en las ofrendas
¿Cuál fue la diferencia entre las ofrendas de Caín y Abel? Por muchos años me hice la pregunta: “Si Dios pidió cordero, ¿de dónde sacó Caín la idea de traer naranjas y peras y uvas?” ¿Por qué la cambió?

Caín
Abel
Cereal
Cereal
+ Cordero
Incompleta
Completa

Ahora comprendo que Caín no se cambió la ofrenda, sino que Caín presentó una ofrenda incompleta, mientras que Abel presentó una ofrenda completa. “Caín obedeció al construir el altar, obedeció al traer una ofrenda; pero rindió una obediencia sólo parcial” (Patriarcas y Profetas, página 59).

Caín: prueba no superada   Abel: prueba superada
Las ofrendas de Caín y Abel eran actos de adoración. Daba la apariencia de que ambos adoraban a Dios, pues ambos levantaron sus altares de manera similar y ambos colocaron algo sobre el altar. Sin embargo, al obedecer íntegramente la voluntad de Dios se reveló la fe y la fidelidad de Abel. Mientras que la obediencia parcial de Caín, equivalente a la desobediencia, reveló su falta de fe y fidelidad hacia Dios.

Desgraciadamente, Caín no comprendió aquello que la prueba le estaba revelando. En lugar de pedir perdón a Dios y corregir el rumbo que tomaba su vida, se enojó contra su hermano y contra Dios llegando al extremo de matar a Abel.

La confirmación final está en el hecho de que “el Señor miró con agrado a Abel y a su ofrenda, pero no miró así a Caín ni a su ofrenda” (Génesis 4:4).


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sábado, 15 de mayo de 2010

3 Las pruebas de la mayordomía - Adán y Eva

Pruebas de la Mayordomía

En la publicación anterior se presentaron las pruebas de la Mayordomía en diversos aspectos de nuestra vida. En este capítulo se presentarán las pruebas en las vidas de Adán, Eva, Caín y Abel.

Además, me propongo resaltar la relación de fe y obras en la mayordomía. Porque la mayordomía no se constituye en un medio de salvación. Las pruebas de la mayordomía solamente revelan nuestra fe, que es invisible, por medio de la obediencia (obras) que es visible (véase Santiago 2:18).

Adán y Eva probados


Dios planeó la creación de la raza humana antes de ejecutarla. Encontramos en Génesis 1:26,27 esta descripción: “«Hagamos al ser humano a nuestra imagen y semejanza. Que tenga dominio sobre los peces del mar, y sobre las aves del cielo; sobre los animales domésticos, sobre los animales salvajes, y sobre todos los reptiles que se arrastran por el suelo.» Y Dios creó al ser humano a su imagen; lo creó a imagen de Dios. Hombre y mujer los creó.”

Cuando Adán y Eva salieron de las manos de su Creador, ya todo estaba hecho. Ellos no necesitaron construir su casa-habitación, ni comprar su alimento. Su vestimenta de luz fue provista por Dios. No tuvieron que asistir a la universidad para adquirir conocimientos y habilidades administrativas, pues cuando comenzaron a vivir ya tenían ese conocimiento y habilidades. Por eso, no presentaron un examen teórico o práctico antes de obtener el puesto de administradores del planeta tierra.

Para mantener el puesto, debían mantenerse fieles a Dios. Dios les dio una prueba que les ayudaría a descubrir su grado de fidelidad. “Dios el Señor hizo que creciera toda clase de árboles hermosos, los cuales daban frutos buenos y apetecibles. En medio del jardín hizo crecer el árbol de la vida y también el árbol del conocimiento del bien y del mal… y le dio este mandato: «Puedes comer de todos los árboles del jardín, pero del árbol del conocimiento del bien y del mal no deberás comer. El día que de él comas, ciertamente morirás.» (Génesis 2:9,16,17).

La historia registrada en Génesis capítulo 3 nos presenta que un día doña Eva se fue a pasear por el centro del jardín del Edén. Anduvo cerca del lugar donde Dios había plantado el árbol prohibido. Entonces escuchó una voz que le llamaba: “Eva…” “Eva…” Ella comenzó a buscar de dónde venía la voz que la llamaba y, repentinamente, se encontró frente a frente con la serpiente.

Lo normal hubiera sido alejarse de ese sitio, pero doña Eva era tan educada que no quiso dejar a la serpiente con la palabra en la boca y se dispuso a entablar un diálogo con ella. Lo que no sabía era que quien realmente hablaba era el enemigo de Dios oculto detrás de la serpiente. Después de un intercambio de ideas, la serpiente sembró la duda en Eva.

Con frecuencia usamos la palabra duda como si fuera sinónimo de falta de conocimiento. Por ejemplo, decimos, tengo una duda, ¿cómo se llama usted? O bien, tengo una duda ¿cómo se calcula el área de un triángulo?

El diccionario de la lengua española de la editorial Espasa-Calpe define duda así: “Vacilación e indecisión ante varias posibilidades.” ¿En quién confiaría Eva? ¿En Dios, en la serpiente o en su propia capacidad para discernir lo bueno y lo malo? Y para esto fue diseñada la prueba de mayordomía. Para revelarnos lo que está oculto a nuestros ojos, en quién confiamos.

Conocemos el resto de la historia. Eva decidió comer de la fruta del árbol prohibido y posteriormente la compartió con Adán, su esposo, quien también la comió.

Adán y Eva: prueba no superada

Así, pues, Adán y Eva fracasaron la prueba de la mayordomía. Dios les dio todo lo que tenían, pero se reservó para sí tan sólo un árbol. Respetar la voluntad de Dios evitando comer de esa fruta era una evidencia de que ellos reconocían a Dios como propietario de todo lo que tenían.

El comer lo que Dios había prohibido era una señal de que se habían apropiado de lo que no les pertenecía. Ese es el espíritu de Satanás, quien sin tener derecho alguno, se apropió de este planeta tierra y sus habitantes.


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sábado, 1 de mayo de 2010

2 Mayordomía en Crecimiento

Mayordomía en Crecimiento

Desde que Dios creó al ser humano, éste corría el peligro de olvidar su relación con Dios. Podía suceder que, al tener dominio sobre la creación de Dios, se sintiera el propietario. Así que Dios estableció pruebas de la mayordomía.

Muchos piensan en la prueba, como algo que Dios estableció para saber si el ser humano es fiel. Esta forma de pensar ignora dos hechos: (1) que Dios es Omnisciente, es decir, que todo lo sabe. Él conoce nuestros pensamientos y sentimientos mejor que nosotros mismos. Nada hay oculto para él. Así, pues, la prueba no le informa absolutamente nada a Dios que él no sepa. (2) Vivimos en medio de un conflicto universal que está siendo observado por criaturas fuera de nuestro planeta que no son omniscientes. Son seres que Dios creó, pero que nunca han experimentado el pecado. Ellos observan cómo se desarrolla el pecado, pero no conocen lo que está en nuestras mentes. Dependen de lo que ven y razonan para entender.

Entonces, ¿cuál es el objetivo de la prueba? Dios nos ha dado un instrumento por medio del cual NOSOTROS podemos conocer cuán buenos mayordomos somos. También ayuda a los seres que nos observan para tener un criterio con el cual sacar conclusiones.

Podemos encontrar en la Biblia evidencia de que de todo lo que Dios nos ha provisto, se ha reservado una porción como sagrada. Es nuestro deber devolver a Dios esa porción como prueba de nuestra mayordomía. Al no hacerlo, se constituye en prueba de que nos hemos apropiado de lo que le pertenece a Dios. El resto que queda con nosotros sigue siendo de Dios, pero queda bajo nuestra administración.

Tradicionalmente, en el ámbito de la mayordomía cristiana se han definido cuatro áreas que cubren la vida del hombre: Tiempo, Templo, Talentos, Tesoros. Con mucha seguridad puedo decir que hay otras áreas de la vida del hombre que no están cubiertas por estas cuatro, pero por el momento, usaremos este concepto como punto de partida.

Recursos materiales (Tesoros)

El área de los Tesoros incluye los recursos materiales que Dios nos da: todas esas cosas que tenemos y decimos “son mías.” Si le pregunto, ¿de quién es ese carro que maneja? Muchos dirán: “Es mío”. Y ¿la casa donde vive, de quién es? Otros dirán: “Es mía y de mi familia.”

Creo que lo correcto sería decir: “El auto que manejo es de Dios, pero me lo ha dado para satisfacer mis necesidades de transporte.” O bien, “esta casa es de Dios, pero me la ha provisto para vivir en ella”. Esa es la verdad, pero no estamos acostumbrados a pensar de ese modo. Tenemos la tendencia a apropiarnos de lo que le pertenece a Dios.

Por esa razón, Dios puso una prueba en esta área. Para reconocer que TODO lo que tenemos le pertenece a Dios, dios se ha reservado el Diezmo. “El diezmo de todo… pertenece al Señor, pues le está consagrado” (Levítico 27:30). El diezmo es la décima parte, o sea, el diez por ciento.

Tiempo

Cuán a menudo decimos “no tengo tiempo”. Bien decimos, porque el tiempo es de Dios. Pero nuestra vida está hecha con tiempo. Por eso es que al morir, el tiempo se detiene. Así que mientras vivimos tenemos el tiempo que Dios nos da para administrar.

A fin de evitar que nos consideremos dueños del tiempo, Dios se ha reservado la séptima parte del tiempo. “Pero el día séptimo será un día de reposo para honrar al Señor tu Dios” (véase Éxodo 20:8-11). Nótese que este séptimo día no es para descansar en la cama, viendo la televisión. Es un día “para honrar al Señor tu Dios.” La prueba consiste en dedicar a Dios el séptimo día.

Si dividimos en una calculadora (100 / 7) el resultado es 14.29, o sea, que debemos devolver a Dios poco más del 14 por ciento del tiempo. Al ver este porcentaje me queda la impresión de que para Dios resulta de mayor importancia la forma como administramos el tiempo que los recursos materiales. A ti, ¿qué impresión te da?

Cuerpo (Templo)

La Biblia narra con las siguientes palabras el momento cuando Dios le dio un cuerpo al ser humano: “Y Dios el Señor formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz hálito de vida, y el hombre se convirtió en un ser viviente” (Génesis 2:7). De modo que mientras el hombre vive, tiene un cuerpo. Al momento de la muerte, cuando deja de existir, “Exhalan el espíritu y vuelven al polvo, y ese mismo día se desbaratan sus planes” (Salmo 146:4). Cuando el cuerpo regresa al polvo de donde Dios lo tomó, el tiempo se detiene.

Así, pues, el cuerpo que tenemos es prestado. Pero corremos el riesgo de adueñarnos de él. ¿Hemos escuchado la frase “Es mi cuerpo y yo hago con él lo que yo quiero”? El concepto bíblico es muy diferente: “¿Acaso no saben que su cuerpo es templo del Espíritu Santo, quien está en ustedes y al que han recibido de parte de Dios? Ustedes no son sus propios dueños; fueron comprados por un precio” (1 Corintios 6:19,20).

Dios reclama para sí TODO nuestro cuerpo como templo del Espíritu Santo. El cien por ciento, no sólo una parte. No tenemos derecho a decidir qué hacer con nuestro cuerpo. Debemos cuidarlo de acuerdo con las instrucciones que Dios nos ha dado en su Palabra.

Talentos

Los talentos son aquellos conocimientos, habilidades, actitudes y relaciones con las cuales hemos nacido, o que hemos cultivado a lo largo de la vida. Son dones que Dios nos ha dado para que los usemos en el servicio.

Si combinamos el cuerpo, con los talentos y el tiempo, podemos producir los recursos materiales. Nos apropiamos de los talentos cuando los usamos para servirnos a nosotros mismos, en lugar de usarlos para servir a Dios y a nuestros semejantes.

Ahora, ¿cuál es la prueba de nuestra fidelidad en la mayordomía de los talentos? Veamos la parábola que el Señor Jesús narró sobre unos siervos que recibieron talentos (véase S. Mateo 25:14-30).

Uno de los siervos recibió sólo un talento. Pensó que era muy poco como para invertirlo. Así que fue y lo enterró. Cuando el dueño volvió el devolvió el cien por ciento de su talento. Fue honrado, ¿no te parece? No se quedó con un cinco. TODO lo devolvió. Esperaba una felicitación.

“Pero su señor le contestó: ¡Siervo malo y perezoso! … Pues debías haber depositado mi dinero en el banco, para que a mi regreso lo hubiera recibido con intereses” (v.26-27). El dueño esperaba intereses.

En resumen:
Dios nos da…
…pero se reserva
Recursos materiales
1/10
10 %
Tiempo
1/7
14 %
Cuerpo
1/1
100 %
Talentos
100% + Intereses

Evangelio

En 1 Corintios 4:1,2 encontramos el siguiente concepto: “Que todos nos consideren servidores de Cristo, encargados de administrar los misterios de Dios. Ahora bien, a los que reciben un encargo se les exige que demuestren ser dignos de confianza.” Y en 1 Pedro 4:10 se añade: “Cada uno ponga al servicio de los demás el don que haya recibido, administrando fielmente la gracia de Dios en sus diversas formas.”
De estos pasajes podemos concluir que nuestra mayordomía incluye, además de lo anteriormente señalado, la mayordomía del Evangelio, que es el misterio de la gracia de Dios.

Para ministrar el evangelio se requiere:
1.       Recursos materiales. Son necesarios para adquirir Biblias, lecciones, computadoras, CDs / DVDs, transportación, que se usan en el evangelismo.
2.       Tiempo. Es necesario dedicar tiempo para compartir el evangelio con otras personas.
3.       Cuerpo. No es posible dejar el cuerpo acostado, viendo la televisión, mientras que el espíritu testifica.
4.       Talentos. Debemos usar los talentos que Dios nos ha dado para compartir el evangelio.

En resumen, la mayordomía del Evangelio se encuentra en la cúspide de toda la mayordomía. No se puede ser fiel mayordomo del Evangelio sin antes ser fiel mayordomo de los recursos materiales, el tiempo, el cuerpo y los talentos.

Entonces, la prueba de la mayordomía es como una escalera que vamos ascendiendo motivados por el amor de Cristo (2 Corintios 5:14).


El Señor Jesús lo dijo de esta manera: “El que es honrado en lo poco, también lo será en lo mucho; y el que no es íntegro en lo poco, tampoco lo será en lo mucho” (S. Lucas 16:10). ¿Qué es lo poco y qué es lo mucho? Me parece que la porción que Dios se reserva puede ser una medida objetiva de lo poco y lo mucho.


Recuerda que Dios conoce tu corazón, no es necesario que le demuestres nada. Él lo sabe todo. Pero siendo que, “nada hay tan engañoso como el corazón… ¿Quién puede comprenderlo?” (Jeremías 17:9) Dios nos ha dado pruebas que nos ayudan para autoevaluar nuestro grado de fidelidad en la mayordomía.

¿A quién estoy adorando? Porque cada uno debe decidir a quién adora. Si no adoro a Dios, y sólo a Él, estaré adorando al enemigo de Dios.

Muy pronto se cumplirá la profecía de Apocalipsis 13:15: “Se le permitió infundir vida a la imagen de la primera bestia, para que hablara y mandara matar a quienes no adoraran la imagen.” Este será un momento crucial en la historia de la humanidad.

Toda persona tendrá que rendir su examen final ante el universo. Sólo habrá dos grupos: los que adoran sólo a Dios y los que adoran a la bestia y a su imagen. No habrá un tercer grupo.

La forma de prepararnos para el examen final es practicando diariamente. Aprendiendo las lecciones de confianza, dependencia y lealtad a Dios, en diversas circunstancias.

Te invito para que le pidas a Dios que te impulse a crecer como mayordomo. Recuerda que “Dios es quien produce en ustedes tanto el querer como el hacer para que se cumpla su buena voluntad” (Filipenses 2:13).


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