sábado, 15 de mayo de 2010

3 Las pruebas de la mayordomía - Adán y Eva

Pruebas de la Mayordomía

En la publicación anterior se presentaron las pruebas de la Mayordomía en diversos aspectos de nuestra vida. En este capítulo se presentarán las pruebas en las vidas de Adán, Eva, Caín y Abel.

Además, me propongo resaltar la relación de fe y obras en la mayordomía. Porque la mayordomía no se constituye en un medio de salvación. Las pruebas de la mayordomía solamente revelan nuestra fe, que es invisible, por medio de la obediencia (obras) que es visible (véase Santiago 2:18).

Adán y Eva probados


Dios planeó la creación de la raza humana antes de ejecutarla. Encontramos en Génesis 1:26,27 esta descripción: “«Hagamos al ser humano a nuestra imagen y semejanza. Que tenga dominio sobre los peces del mar, y sobre las aves del cielo; sobre los animales domésticos, sobre los animales salvajes, y sobre todos los reptiles que se arrastran por el suelo.» Y Dios creó al ser humano a su imagen; lo creó a imagen de Dios. Hombre y mujer los creó.”

Cuando Adán y Eva salieron de las manos de su Creador, ya todo estaba hecho. Ellos no necesitaron construir su casa-habitación, ni comprar su alimento. Su vestimenta de luz fue provista por Dios. No tuvieron que asistir a la universidad para adquirir conocimientos y habilidades administrativas, pues cuando comenzaron a vivir ya tenían ese conocimiento y habilidades. Por eso, no presentaron un examen teórico o práctico antes de obtener el puesto de administradores del planeta tierra.

Para mantener el puesto, debían mantenerse fieles a Dios. Dios les dio una prueba que les ayudaría a descubrir su grado de fidelidad. “Dios el Señor hizo que creciera toda clase de árboles hermosos, los cuales daban frutos buenos y apetecibles. En medio del jardín hizo crecer el árbol de la vida y también el árbol del conocimiento del bien y del mal… y le dio este mandato: «Puedes comer de todos los árboles del jardín, pero del árbol del conocimiento del bien y del mal no deberás comer. El día que de él comas, ciertamente morirás.» (Génesis 2:9,16,17).

La historia registrada en Génesis capítulo 3 nos presenta que un día doña Eva se fue a pasear por el centro del jardín del Edén. Anduvo cerca del lugar donde Dios había plantado el árbol prohibido. Entonces escuchó una voz que le llamaba: “Eva…” “Eva…” Ella comenzó a buscar de dónde venía la voz que la llamaba y, repentinamente, se encontró frente a frente con la serpiente.

Lo normal hubiera sido alejarse de ese sitio, pero doña Eva era tan educada que no quiso dejar a la serpiente con la palabra en la boca y se dispuso a entablar un diálogo con ella. Lo que no sabía era que quien realmente hablaba era el enemigo de Dios oculto detrás de la serpiente. Después de un intercambio de ideas, la serpiente sembró la duda en Eva.

Con frecuencia usamos la palabra duda como si fuera sinónimo de falta de conocimiento. Por ejemplo, decimos, tengo una duda, ¿cómo se llama usted? O bien, tengo una duda ¿cómo se calcula el área de un triángulo?

El diccionario de la lengua española de la editorial Espasa-Calpe define duda así: “Vacilación e indecisión ante varias posibilidades.” ¿En quién confiaría Eva? ¿En Dios, en la serpiente o en su propia capacidad para discernir lo bueno y lo malo? Y para esto fue diseñada la prueba de mayordomía. Para revelarnos lo que está oculto a nuestros ojos, en quién confiamos.

Conocemos el resto de la historia. Eva decidió comer de la fruta del árbol prohibido y posteriormente la compartió con Adán, su esposo, quien también la comió.

Adán y Eva: prueba no superada

Así, pues, Adán y Eva fracasaron la prueba de la mayordomía. Dios les dio todo lo que tenían, pero se reservó para sí tan sólo un árbol. Respetar la voluntad de Dios evitando comer de esa fruta era una evidencia de que ellos reconocían a Dios como propietario de todo lo que tenían.

El comer lo que Dios había prohibido era una señal de que se habían apropiado de lo que no les pertenecía. Ese es el espíritu de Satanás, quien sin tener derecho alguno, se apropió de este planeta tierra y sus habitantes.


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