miércoles, 3 de febrero de 2010

Introducción

Este blog ha sido creado para compartir algunas reflexiones sobre nuestros privilegios y responsabilidades como Hijos de Dios.

Cuando Dios creó a la raza humana, ya había creado previamente un planeta perfecto y hermoso en el cuál pudiésemos habitar y disfrutar la vida que nos daba.

Dios puso la administración de todo el planeta en las manos del primer hombre, a fin de que lo cultivase y cuidara. No como a un empleado que se le paga por hacer su trabajo, sino como a un hijo que se le ofrece un regalo.

No hemos sido hijos cuidadosos del entorno en que vivimos. Es evidente, al mirar a nuestro alrededor que hemos contaminado y maltratado este planeta. Hemos sido como hijos malcriados que, poco después de recibir un juguete nuevo, ya lo traen todo sucio, golpeado y hasta roto.

Y no sólo hemos lastimado nuestro entorno físico. También hemos tensado y destruido en gran medida las relaciones con nuestros semejantes. Así no era la idea de Dios, cuando nos creó. El enemigo de Dios, y nuestro, ha instigado esta destrucción.

Pero Dios tiene un plan para restaurar todo el daño. Pronto ha de “destruir a los que destruyen la tierra” (Apocalipsis 1:18) para luego hacer todo de nuevo. El apóstol Juan dice que vio “un cielo nuevo y una tierra nueva, porque el primer cielo y la primera tierra habían dejado de existir” (Apocalipsis 21:1). Y añade que seremos reyes y sacerdotes para reinar sobre la tierra (Apocalipsis 5:10).

Preparémonos para esa nueva oportunidad que Dios nos ofrece. Aprendamos a cuidar con responsabilidad aquello que Dios nos entrega.

No hay comentarios:

Publicar un comentario